La lengua inglesa tiene su origen en el siglo v d.c.., cuando los guerreros germánicos llegaron a las islas británicas. Los nativos, Celtas y Bretones, fueron expulsados y emigraron a Gales, Cornwall y el norte de Escocias. Los nuevos habitantes se dividían en tres tribus y hablaban tres dilectas distintos.
En el siglo XV Enrique V estableció el Ingles como idioma oficial.
Esto la convierte en una lengua extremadamente rica en términos lingüísticos, que aún hoy se sirve de otros idiomas para continuar su crecimiento, como el latín, el griego o el francés. Los dos primeros le han servido comúnmente como referencia para incorporar nuevos términos que han surgido de la revolución tecnológica y científica.
En cuanto a puestos y cifras, el inglés se coloca como el tercer idioma en el mundo por su número de hablantes nativos, y como el primero en hablantes no nativos. Sin embargo, su poder como lengua vehicular y de difusión en el mundo de los negocios, la ciencia y las comunicaciones la han convertido en el idioma más empleado en el mundo. Su supremacía está avalada por las cifras: lo hablan más de 400 millones de habitantes en el mundo, es lengua oficial o co-oficial en más de 50 países; es el idioma en el que se escriben dos terceras partes de las publicaciones científicas; al menos de la mitad de los acuerdos comerciales se realizan en inglés; es la lengua empleada en la mayoría de grandes organizaciones internacionales, y un largo etcétera.
Su expansión se debe sin duda al poder que ejerció el Imperio británico durante los siglos XVIII y XIX en sus colonias, y después a la influencia política y económica de los Estados Unidos desde que se convirtiera en una de las principales potencias mundiales.
Como consecuencia de esta expansión, y a pesar de los esfuerzos por mantener un inglés “homogeneizado”, el idioma ha ido experimentando cambios regionales que finalmente se han convertido en variantes. Las más conocidas son las de los Estados Unidos y de Gran Bretaña, que muestran diferencias ortográficas, léxicas y de pronunciación, pero también el inglés de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Sudáfrica poseen términos propios y cuentan con diferencias de pronunciación, influenciadas por sus propias características geográficas.
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